August 31, 2001

LA FAMILIA PRISIONALIZADA

Ponencia presentada en el Simposio Peligro-Oportunidad:Relación entre conflictos cotidianos y políticos en Colombia hoy.

Medellín, agosto 31 de 200

Luis Julián Salas Rodas

Sociólogo
Especialista y Magister en Ciencias Sociales 
Magister en Ciencias de la Educación
Director Ejecutivo de la Fundación Bien 

julius34@une.net.co
bienhumano@une.net.co
www.bienhumano.org


ANTECEDENTES

La ley 65 de 1993 dio origen al Sistema Progresivo Penitenciario, SPP. El SPP se define como: “El conjunto de acciones y beneficios administrativos que se le deben brindar a las personas condenadas, para que puedan construir un proyecto de vida que les permita convertir el tiempo de condena en tiempo de reflexión y de oportunidad para su revalorización como ser humano, para la superación de las limitaciones y el desarrollo progresivo de sus potencialidades, de manera tal que se puedan reintegrar a su entorno familiar y social como seres creativos, productivos y autogestionarios, una vez recuperen su libertad”**
La investigación Familia y Prisionalización: Familia, interno e integración social para una nueva política penitenciaria dentro del sistema progresivo, fue realizada por la Fundación para el Bienestar Humano, con el apoyo del Instituto de Estudios Regionales INER – Universidad de Antioquia, por solicitud de la Subdirección de Tratamiento y Desarrollo del INPEC en el año de 1997. Su objetivo general consistió en indagar los efectos que sobre el intern@ y su familia genera el fenómeno de prisionalización en cuanto a su composición, funciones afectiva, sexual y económica, y conocer las significaciones que este fenómeno conlleva para los actores intern@ - familia – sociedad. El estudio, de tipo descriptivo – exploratorio se llevo a cabo en cuatro centros carcelarios seleccionados como pilotos de la aplicación del SPP: Colonia Penal de Oriente, Acacias – Meta; Reclusión de Mujeres “El Buen Pastor”- Medellín; Penitenciaria Central de Colombia “La Picota” – Bogotá; y, Penitenciaria Nacional San Isidro – Cauca. En cada centro carcelario se aplicaron instrumentos, cuantitativos y cualitativos, a intern@s, familias, personal administrativo y profesional, y personal de custodia y vigilancia.
En 1998 COLCIENCIAS convoca a las universidades a presentar propuestas de investigación para aportar a la solución de problemas sociales específicos de la realidad colombiana. La crisis carcelaria fue uno de ellos. Con base en el conocimiento y la experiencia adquirida en la investigación arriba reseñada, el INER, en asocio con la Fundación para el Bienestar Humano y el INPEC, presentaron a COLCIENCIAS la propuesta de investigación: Sistema Progresivo Penitenciario Alternativo como modelo de intervención para el sistema carcelario y penitenciario colombiano. El proyecto fue aprobado y ejecutó entre junio de 1999 y agosto de 2000. El objetivo general fue el de aportar al diseño y cualificación de políticas y metodologías integrales que permitan el fortalecimiento del Sistema Progresivo Penitenciario Alternativo SPPA en 8 centros carcelarios ubicados en las regiones Viejo Caldas y Noroeste, en beneficio de la población carcelaria y como un aporte a la construcción de la política penitenciaria del país. La investigación fue aplicada, de corte predominante cualitativo y enfoque sistémico. Los actores: intern@s, Consejos de Evaluación y Tratamiento, personal administrativo, personal de custodia y vigilancia, Red Social de Apoyo y familias de los intern@s. Es de anotar que en ambas investigaciones participaron, en lo esencial, el mismo equipo interdisciplinario de investigadores.
RESULTADOS (Con relación al intern@ y su familia)
. La familia del intern@ es coprotagonista del proceso de prisionalización. Sin embargo, para el SPP es un actor de segunda clase, a pesar de las altas expectativas que deposita en ella en relación con el tratamiento penitenciario orientado a la resocialización del reclus@, y del mandato de la Ley, que según el Decreto 3002 de 1997 de la Presidencia de la República, exige al INPEC brindar atención a los hijos y familiares de los intern@s.
. La prisionalización produce cambios significativos en la tipología familiar. Desaparece la familia nuclear y extensa y aparecen la mixta compleja tres tipologias familiares que conviven bajo un mismo techo), la monoparental femenina, la monoparental masculina, la familia fraternal, la pareja sola, y sin familia.
. La tipologia mixta simple (dos tipologías diferentes en un mismo grupo familiar) en pasa a constituir la forma más frecuente de composición familiar una vez ocurrida la prisionalización. Una representación importante de familias monoparentales masculinas sugiere la existencia de cambios en el comportamiento de los padre hombres, fenómeno éste que debera ser objeto de mayor estudio. Sin embargo el surgimiento de la familia fraternal -conformada por los hij@s o herman@s solos-, podría indicar alguna persistencia de la constante de abandono paterno, como situación frente a la cual surge la familia fraternal, probablemente en el caso de hij@as ya mayores.
. La capacidad de las familias para recomponerse ante situaciones que amenazan seriamente su supervivencia se constituye en un indicador de sus fortalezas y de su capacidad de adaptación para afrontar la adversidad. Sin embargo, no puede desconocerse que los cambios en la composición familiar afectan el funcionamiento del sistema familiar en su estructura interna, entendiendo ésta la forma como se establece el vínculo emocional entre los miembros de la familia.
. La familia prisionalizada experimenta una crisis inesperada que puede afrontar inicialmente con sus propios recursos, como por ejemplo mediante la autorrecomposición mencionada, los cuales no son sostenibles a largo plazo, ubicándola en una posición vulnerable.
. La familia prisionalizada necesita del apoyo externo en situaciones de crisis. Por el contrario, como respuesta más frecuente cuando esto sucede el abandono social y del Estado, lo cual acrecienta su vulnerabilidad y la deja en una situación de alto riesgo, tanto para la familia como tal, como para cada uno de sus miembros.
. La prisionalización genera un impacto en la composición y la dinámica familiar, el cual es inevitable y es afrontado en un primer momento por la propia familia. No obstante, esta capacidad de respuesta es temporal. La misma Ley reconoce la necesidad de una pronta atención a estas familias, la cual, de no llevarse a cabo, las deja en alto riesgo de desintegración o de serias disfunciones a nivel personal, familiar y social.
. El incumplimiento por parte del Estado de su papel como garante de los derechos de los intern@s , el reconocimiento por parte de las familias del riesgo que esta situación entraña para el pariente recluid@ y la pervivencia de lazos afectivos fuertes entre los miembros del grupo familiar, lleva a las familias de los mailto:intern@sa tratar de compensar y suplir las falencias del Estado. Así, la participación de la familia prisionalizada, cualquiera que sea su tipología, se configura como un apoyo fundamental para el familiar recluido, el cual se concreta en los siguientes campos:
. Apoyo emocional, por medio del acompañamiento al intern@ durante su reclusión, tanto a través de las visitas como de otras formas de comunicación. Las visitas al familiar recluido se constituyen para la familia no solo en la posibilidad más concreta de brindarle compañía y desempeñarse como proveedora afectiva, sino de continuar ejerciendo su papel como agente socializador, ejerciendo con frecuencia el rol de consejera en aspectos de comportamiento e incluso religiosos
. Apoyo económico, que se expresa en aportes en dinero, provisión de suministros varios para la satisfacción de sus necesidades de subsistencia (ropa, implementos de aseo, comida, etc.) y comercialización de los productos elaborados por el intern@ en la cárcel.
. Las visitas representan la única posibilidad de contacto y relación directa entre los intern@s y sus familias y una fuente de apoyo, acompañamiento y fortaleza para los reclus@s. Por medio de ellas logran satisfacer algunas de las necesidades, no solo de afecto, contacto con los suyos y comunicación, sino también, en muchos casos, sus necesidades de subsistencia. Con base en lo anterior puede afirmarse que en la mayoría de los casos la prisionalización no rompe con los vínculos y la comunicación entre el intern@ y su familia, así se reduzcan al mínimo los espacios de visita. Dicho en otras palabras, en el medio colombiano y en el caso de la prisionalización, la familia es un factor de protección para el intern@, no es un actor abandonante, aunque si abandonada del Estado.
. La familia prisionalizada tiene,además, un rol latente o potencial en cuanto la posibilidad que ven los familiares de hacer otros aportes al tratamiento penitenciario, dentro de un contexto de búsqueda de nuevos horizontes de participación de la familia en este proceso. Al respecto, los familiares ubicaron los siguientes campos de participación:
. El apoyo a actividades encaminadas a incrementar las ofertas existentes para el desarrollo de los intern@s en el medio carcelario, tales como docencia, capacitación laboral, deportes y recreación.
. El apoyo a acciones encaminadas a proteger los derechos de los intern@s. Se mencionan entre éstas diversas gestiones con organismos de derechos humanos, promoción de revisión de expedientes y apoyo a actividades de protesta (paros, huelgas).
. La falta de una respuesta efectiva a estas demandas, que las hace aparecer en ocasiones como el actor invisible del SPP, las familias han empezado a buscar vías alternas de participación, tales como la permanencia en los centros de reclusión una vez terminados los horarios de visita. A través de mecanismos como este buscan llamar la atención sobre la crisis de la situación carcelaria, a la cual el INPEC ha respondido con medidas punitivas, tales como la prohibición de las visitas, afectando de esta manera al intern@ y a sus familias. En síntesis, y según la perspectiva de los familiares, si bien teóricamente la familia es considerada por el SPP como integrante de la Red Social de Apoyo, en la práctica no existe evidencia de tal consideración y la familia como tal es invisibilizada, pese a su participación fundamental durante el proceso de prisionalización.
. La prisionalización es vivida por las familias de los intern@s como un evento generador de sufrimiento que cambia profundamente la vida familiar, como fuente de problemas múltiples y como un hecho injusto. El desengaño, la ausencia del ser querido, el impacto que causa en la economía doméstica, el daño emocional en los hijos y el estigma social son vivencias y sentimientos de los intern@s y sus familias frente al poder aniquilador de la prisionalización. En muy pocos casos la prisionalización del pariente ha significado para las familias y los intern@s una oportunidad de crecimiento personal y/o familiar.
. La representación social predominante del proceso de prisionalización, tanto para la familia como para el interno, es la de un castigo emocional con un fuerte potencial destructor, frente al cual no encuentran más alternativa que sufrirlo con todo rigor, en nombre de la defensa de una sociedad que no se cuestiona a sí misma y que privilegia así la función vindicativa de la pena privativa de la libertad.
. Como aporte a la solución de la crisis carcelaria y a mitigar el fenómeno de prisionalización las investigaciones formularon una propuesta de trabajo consistente en un programa de atención, apoyo y acompañamiento a las personas privadas de libertad y sus familias. Los tres niveles propuestos pretenden disminuir los factores de riesgo que afrontan los intern@s y sus familias como actores del SPPA e incrementar los factores de protección que posibiliten el logro de objetivos y metas alcanzables. Teniendo en cuenta que las familias prisionalizadas constituyen una población vulnerable y que ellas son objeto de particular exclusión social se propone que sean articuladas a los programas de la Red de Solidaridad Social del Estado Colombiano, a semejanza de las familias desplazadas por el conflicto armado y/o a las familias afectadas por desastres naturales.
**HILARION D:; Sara. La Subdirección de Tratamiento y Desarrollo y el Sistema de Atención a la población interna. Bogotá. INPEC. Documento interno. P. 14.

August 14, 2001

Suiza: El fin de los buenos tiempos

Luis Julián Salas Rodas

Sociólogo
Especialista y Magister en Ciencias Sociales 
Magister en Ciencias de la Educación
Director Ejecutivo de la Fundación Bien 

julius34@une.net.co
bienhumano@une.net.co
www.bienhumano.org


Alrededor de 8.000.000 de personas viven en un territorio de 42.295 km2, situado en el centro de Europa. Los suizos, los extranjeros residentes y los turistas disponen para su disfrute de hermosos paisajes alpinos: nieve en las altas montañas, ríos y lagos sin contaminación, verdes praderas, frondosos bosques colindantes con los jardines de las casas y un aire libre de soma. Desde mucho antes que la ecología se convirtiera en moda o en un imperativo de gobierno, los suizos han preservado con esmero y orgullo los atributos geográficos con que los doto la naturaleza. Este hábitat privilegiado es parte esencial de la calidad de vida de los ciudadanos helvéticos, pero así como de pan solo no puede vivir el hombre, de solo paisaje no puede vivir un país. La estabilidad política, el pleno empleo, una planificación rigurosa, una disciplina colectiva, el orden y la limpieza, junto a un crecimiento económico sostenido durante décadas dieron a sus habitantes la garantía de un futuro asegurado donde no había lugar a la incertidumbre y a sorpresas desagradables que perturbaran la tranquila cotidianidad de una vida plena y feliz. La única preocupación que les hacia temer la pérdida del paraíso era el temor de ser invadidos, militarmente, por alguno de sus vecinos. Para sentirse seguros hicieron de cada ciudadano un soldado dispuesto a morir en nombre de la patria; un soldado que aún guarda su uniforme, el fusil y la munición en los armarios de su casa. Los suizos, que todo lo anticipan, fallaron en sus previsiones. La perturbación no provino de la milicia extranjera sino de los efectos de la globalización y de las nuevas megatendencias mundiales.

Las reglas de juego cambiaron y con ellas el escenario de su inserción económica internacional. El primer campanazo lo propinaron los japoneses al quebrar, con sus relojes de cuarzo, la tradicional relojería mecánica suiza. Esta situación les hizo caer en cuenta de que con solo relojes, chocolates, quesos y encajes no podían generar las divisas indispensables para mantenerse; que era menester, para un país sin materias primas estratégicas, invertir más en formación de capital humano, en investigación científica, en desarrollo tecnológico y en valor agregado a los productos. Sin embargo, la competitividad, eficiencia y liderazgo alcanzado en sectores como los alimentos, la informática, la robótica. la electrónica, la química farmacéutica y las finanzas no han sido suficientes para mantener la prosperidad económica y social del país. La cifra más significativa es un desempleo del 8% de su población económicamente activa; significativa por cuanto tuvo tasas de desempleo de menos del 1% correspondiente a una economía de pleno empleo.

La tragedia del desempleo y otros males

A diferencia de los austríacos, donde el valor supremo reside en el buen beber y el buen comer, para los suizos el trabajo es el valor que confiere sentido a la vida, autoestima y un status de respeto y dignidad hacia la familia y la sociedad. Un ejemplo de lo anterior son aquellos suizos que habiendo perdido su trabajo no cuentan, por pena, de su situación a familiares y vecinos. Con su portafolio de papeles salen y regresan de la casa, todos los días, como si estuvieran aún trabajando para pasar las horas en algún lugar público.

Para el desempleado el impacto económico de quedarse sin trabajo no es inmediato por cuanto el sistema de seguridad social le paga, mensualmente, el 80% del último sueldo si es casado o el 70% si es soltero. Durante ese tiempo el cesante debe reportar al estado la búsqueda de un empleo. Como no siempre el puesto a ocupar tiene la misma remuneración del anterior, la persona prefiere reclamar el seguro de desempleo hasta el final de los dos años. Al igual que el resto o de Europa occidental son los jóvenes y los mayores de 40 años los más afectados por el paro.

Lo que empieza a inquietar a las autoridades cantonales es la provisión de fondos suficientes para pagar puntualmente el creciente número de desempleados. En la actualidad el mayor anhelo de un trabajador o empleado es el de conservar el empleo, pero lo cierto es que nadie se lo puede garantizar...

Para mantener la competitividad y los mercados es indispensable reducir al máximo los costos fijos de una mano de obra costosa. Es así como Suiza no ha sido ajena a las políticas de despidos masivos de personal y a procesos de fusión y absorción de entidades. A finales de 1997 se fusionaron los dos bancos más grandes de l país lo que implico el recorte de 8.000 empleos.

Las familias suizas han sentido en los últimos años un descenso en su nivel y calidad de vida. Si bien la moneda sigue siendo fuerte no pasa lo mismo con los ingresos, los cuales ya no permiten disponer para ahorros y consumos suntuarios. El precio de muchos productos y servicios de la canasta familiar es más elevado en Suiza que en países vecinos como Austria, Alemania o Francia. De ahí que muchas familias hayan tomado la costumbre de ir a mercar a las ciudades fronterizas, como una manera de hacer rendir el presupuesto y no tener que reducir consumos. La mayoría de los alimentos producidos en suiza son entre dos y tres veces más caros que en dichos países, a pesar de los cientos de millones de francos que el gobierno federal destina al subsidio de las actividades agrícolas. Este hecho es un factor de peso para la no entrada de Suiza al mercado común europeo. Los campesinos se oponen y han dado siempre su voto negativo en las votaciones generales.

Otro efecto colateral de la crisis es la disminución en el valor de la propiedad raíz. El mercado de bienes inmuebles viene en recesión y esto se ha reflejado en un menor precio de las propiedades al momento de la venta; y no es que sea malo que bajen los costos sino que la gente no tiene ya la suficiente capacidad de compra para aprovechar la rebaja. Los mayores perjudicados han sido los bancos quienes, por el sistema de hipotecas, son los verdaderos dueños de los inmuebles urbanos y rurales.

Fin al mito del secreto bancario

El sector bancario suizo mantuvo su vigencia y sigilo hasta el período de finalización de la guerra fría. En la última década su imagen y credibilidad se vio afectada por la aparición de escándalos financieros del lavado de activos provenientes del narcotráfico y el comercio de armas. El reciente asunto de la retención ilegal del oro y dinero depositado por los judíos víctimas de los nazis en los bancos de la confederación erosionó la reputación y lastimo la sensibilidad tanto de la opinión publica como del gobierno hasta el punto de aceptar los hechos y constituir un fondo de compensación para los familiares sobrevivientes del holocausto nazi. La banca suiza también ha tenido que enfrentar una agresiva competencia de otros centro financieros emergentes internacionales que ofrecen iguales o mejores ventajas a depositantes e inversionistas. El secreto bancario siempre ha sido un tema embarazoso que los suizos prefieren evadir o ignorar No tranquiliza la conciencia saber que una parte del bienestar y de los empleos provienen de los dineros mal habidos del resto del mundo consignados en “cuentas numeradas”.

Los extranjeros: un mal necesario

Durante los años cincuenta y sesenta Suiza propicio la inmigración de trabajadores extranjeros. Españoles e italianos respondieron al llamado y hoy muchos de ellos, los que se quedaron, tienen la ciudadanía y están asimilados culturalmente. El problema lo presentan personas de otras nacionalidades como los yugoslavos, los turcos, los africanos, Arabes, asiáticos y latinoamericanos. La mayoría no tienen un empleo fijo, ni se integran a las costumbres del país. Aproximadamente el 20% de la población es de origen extranjero pero en muchos pueblos y barrios el porcentaje alcanza el 50%. Este aumento de los extranjeros ha polarizado la opinión publica y radicalizado un sector que ve en ellos la causa del deterioro económico y social del presente, y que propugna por su expulsión o el establecimiento de leyes que restrinjan su permanencia. No es fácil para el gobierno federal hallar el justo medio entre las demandas de protección de sus ciudadanos y el mantenimiento, ante el resto del mundo, de una imagen de tolerancia y respeto por el asilo y los derechos humanos. El ciudadano del común siente enojo por las prebendas que el estado da a los asilados políticos ya que mientras ellos pagan sus impuestos y ven reducidos sus beneficios sociales éstos últimos viven con todas las comodidades y exigen una atención preferencia. Causo indignación el asesinato de una funcionaria pública, de la ciudad de Lucerna, a manos de un asilado que reclamaba el pago de su mensualidad.

En las escuelas los maestros se ven enfrentados al manejo de hechos de violencia nunca antes vividos como las peleas con armas y la extorsión sobre los niños suizos por parte de niños extranjeros. Difícil determinar que tanto del deterioro social, de la basura en los parques, del vandalismo, de la drogadicción, del robo a las casas, a los almacenes y a las ancianas que salen de los bancos son imputables a los extranjeros. El aumento de la xenofobia no es conveniente para un país que obtiene ingresos considerables por el turismo y la hotelería. ¿Qué sería de este país sin los miles de turistas que vienen todos los años a vacaciones? ¿Y que harían los dueños de hoteles y restaurantes sin los cientos de trabajadores extranjeros necesarios para atender como se debe a los exigentes huéspedes y comensales?

Replanteando el futuro

No circulan vientos de optimismo entre los suizos por cuanto se sienten perturbados por la pérdida de su tediosa pero amada tranquilidad; aun permanecen en un estado de asombro y negación. No hallan una respuesta satisfactoria al por qué del estado de desasosiego generalizado y quizá por eso mismo se resisten al cambio y lo ven más como una amenaza que como una oportunidad. Las reformas y ajustes institucionales son tímidos. Quieren conservar, a toda costa, lo mejor de su pasado: la estabilidad política, el pluralismo, la democracia, la tolerancia, la diversidad lingüística y cultural, la autonomía de los cantones, la neutralidad internacional y la prosperidad económica. Lo que más anhelan es poder recuperar su tranquilidad y la fe en un futuro sin sobresaltos.

Muchas naciones quisieran para sí la mitad de los logros suizos en cuanto desarrollo humano y calidad de vida. Es de entender que no es fácil renunciar, sin sacrificios, a todo lo que significo paz, orden, progreso y seguridad. ¿Cómo renunciar, sin dolor, a no seguir siendo considerado el país más civilizado de Europa y con la renta per cápita más alta?

La obstinación proverbial del pueblo suizo tendrá que ceder ante las nuevas realidades que trae el siglo XXI. El aislamiento y la negación no son salidas viables para afrontar el desafío. Hay mucho que admirar y aprender de los suizos. Su tarea es lograr un reacomodo, un nuevo rumbo que guíe su desarrollo y su destino en un mundo donde ya no es posible asegurar nada de por vida y para siempre. Por supuesto que necesitamos seguir contando con el sabor exquisito de sus chocolates, de sus quesos, de sus finas navajas y encajes, de sus innovaciones científicas y tecnológicas, de su le hospitalidad, y de sus bellos paisajes y encantadoras ciudades.