May 15, 2015

15 de mayo: día internacional y nacional de la familia

15 de mayo: día internacional y nacional de la familia


Luis Julián Salas Rodas
Sociólogo
Especialista y Magíster en Ciencias Sociales
Magíster en Ciencias de la Educación
Director Ejecutivo de la Fundación Bien Humano

bienhumano@une.net.co
www.bienhumano.org

El día internacional de la familia fue instituido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 1993.  Por medio de la ley 1361 de 2009, de protección integral a la familia, Colombia se sumó a dicha celebración.  El día internacional y nacional de la familia es una invitación, una oportunidad para que el Estado, la sociedad, los medios de comunicación, las comunidades, las personas y las mismas familias piensen, reflexionen y se expresen acerca de la razón de ser y el que hacer de las familias.

Es un lugar común decir que la familia es la célula básica, el núcleo fundamental de la sociedad para dar a entender la importancia de la misma.  Resulta que la familia ni es célula, ni es un núcleo fundamental que pueda verse a través de un microscopio. No es con metáforas como debe entenderse a la familia. La familia, de acuerdo a la ley 1361 de 2009, debe ser asumida como un Sujeto Colectivo de Derechos donde confluyen e interactúan los derechos humanos de las personas y los derechos del conjunto de la familia en unidad. Dicha ley compulsa al Estado y a la sociedad a garantizarle a las familias 19 derechos y 10 deberes (ver dicha ley).  Seis años después de expedida la ley esta no se cumple a cabalidad. Las familias colombianas no son todavía, en la realidad, un Sujeto Colectivo de Derechos son, aún, el objeto de la beneficencia, de la caridad, de las practicas asistencialistas del Estado, las ONG y las iglesias.  Son también consideradas y tratadas como víctimas de la pobreza y de las violencias sociales y políticas.  A diferencia de colectivos como las mujeres, los jóvenes o el movimiento LGTBI las familias no se asumen, ni son tenidas en cuenta como un actor social y político capaz de representarse a si misma frente a otros actores.

Con respecto a otros mandatos contenidos en la ley 1361 como la formulación de políticas públicas territoriales para la familia, esta sigue siendo incipiente. La mayoría de los departamentos y municipios del país siguen sin acatar la ley; el mismo gobierno nacional, en cabeza del Ministerio de Salud y Protección Social aún no promulga, de forma oficial, la Política Pública Nacional de Familia, formulada hace ya tres años, debido a las presiones de la Procuraduría General de la Nación que insiste en afirmar que la única forma de familia constitucional es la familia nuclear conformada por un hombre y una mujer, desatendiendo los pronunciamientos de la Corte Constitucional que reconoce la diversidad de tipologías familiares.  Debido a esta circunstancia es que no disponemos de un documento CONPES (Consejo de Política Económica y Social) y un Plan de Acción de familia en el país.

Sin embargo, a pesar de la lentitud y las dificultades jurídicas y burocráticas, el tema de familia ha empezado a dejar de ser la Cenicienta, la prioridad olvidada y a incorporarse en la agenda pública y política. Y como no va a estar el tema de familia a la orden del día en un país que es segundo, después de Irak con más persona desplazadas, 6.044.200 (fuente: Global Overwier 2015), con cientos de menores reclutados por la guerrilla, miles de menores infractores de la ley, miles de infantes esperando una adopción, miles de niñas menores de 14 años abusadas sexualmente, miles de madres adolescentes sumidas en la pobreza y la exclusión social.

 Si el Estado y la sociedad cambian, cambia, por supuesto, la familia.  Las familias de hoy no son las mismas del pasado. Las reivindicaciones, conquistas y empoderamiento de las mujeres han logrado resignificar las funciones y responsabilidades de las familias en la crianza, formación y educación de los hijos.  Han sido las mujeres las que han cuestionado el papel ausente de los padres hombres y las que han demandado del Estado mayor apoyo y protección.

Ninguna problemática humana o social puede separase, desligarse del contexto familiar.  Las familias no son las causantes de los males de la sociedad aunque, de primera mano, se las asocie.  No podemos entender e intervenir, de manera adecuada, en la situación de la niñez, de los jóvenes, de los adultos y adultos mayores, de las poblaciones en situación de discapacidad o de calle sin involucrar la participación de las familias. El enfoque de familia, como el de género, es transversal a todos los grupos poblacionales.  Sin apoyar, modificar o intervenir el contexto familiar cualquier esfuerzo o tarea es infructuosa para obtener cambios positivos en la calidad de vida de las personas.

“A diciembre de 2014, el ICBF adelanta 428.091 procesos para restablecer los derechos de los niños, niñas y adolescentes.  La mayoría de los casos tiene que ver con situaciones de abandono, maltrato infantil y violencia sexual.  El 41.7% de las víctimas tiene entre 12 y 18 años.  Según el mismo instituto, en Colombia se registran alrededor de 45 casos diarios de maltrato, en los cuales 3 de cada 4, son sus padres y madres  biológicos los agresores”.  (Forjando ilusiones. Informe de gestión 2014.  Comité Privado de Asistencia a la Niñez –PAN, pág:4).

¿Por qué las familias, los padres y madres biológicos, son agresores de sus hijos? ¿Cuáles son las causas que llevan a las familias a vulnerar los derechos de niños, niñas y adolescentes?  Las primeras indagaciones deben dirigirse a que  derechos y responsabilidades el Estado y la sociedad le ha incumplido a las familias. Pongámonos en la tarea de revisar y evaluar el cumplimiento de cada uno de los 19 derechos y 10 deberes que la ley 1361 adscribió al Estado y la sociedad con respecto al bienestar y calidad de vida de las familias.  Si a ellas se les incumple, como, a su vez, las familias no le van a incumplir a sus niños, niñas y jóvenes.  La Constitución Política de 1991 afirma que el Estado, la sociedad y las familias  son corresponsables en la atención debida a la niñez, ¿pero si tanto el Estado como la sociedad no asumen sus responsabilidades directas a las familias, como pueden estas ser señaladas como las culpables directas de la vulneración de derechos a sus integrantes?  Un ejemplo: la desnutrición crónica en niños menores de 5 años es del 13.2% (fuente: Fundación Éxito). Cerca de un millón de padres y madres son analfabetas estructurales (fuente: Ministerio de Educación Nacional). ¿No corresponde, en primera instancia, al Estado y la sociedad evitarles a las familias tales condiciones de extrema pobreza? Otro ejemplo: el Estado y la sociedad colombiana invierten billones de pesos en programas de restitución de derechos a dichas poblaciones mientras que invierte menuda en programas de promoción y prevención, que por cierto son discontinuos y de cuestionable efectividad. 428.091 procesos de restitución de derechos es una cifra considerable y preocupante por cuanto evidencia que sólo estamos tratando de resolver los efectos y no las causas primarias y generadoras del fenómeno, y lo más grave es que la tendencia no es decreciente sino creciente. 428.091 procesos de los cuales la Opinión Pública poco conoce de su efectividad y buen término.  Por eso la respuesta a la solución de la  problemática familiar y de infancia no puede seguir siendo la tradicional del ICBF: más cupos, más presupuesto, más contratos de aportes, más ONG operadoras, más lineamientos técnicos, más de lo mismo…

Y como es costumbre en el día internacional y nacional de la familia las organizaciones del Estado celebrarán con conferencias, declaraciones y actos culturales simbólicos de exaltación a la familia como “la célula y núcleo fundamental de la sociedad”.  Ojalá llegue el día, y no esté lejano, que un 15 de mayo podamos celebrar que las familias colombianas se sientan, actúen y sean ya  reconocidas como  la principal agencia de formación del ser humano y pleno Sujeto Colectivo de Derechos, cumplidora de sus funciones y responsabilidades para con sus integrantes, la sociedad y el Estado.  En el logro de este propósito las acompaña y apoya la Fundación Bien Humano.



Luis Julián Salas Rodas
Director Ejecutivo
Fundación Bien Humano